¡Acción Solidaria!
“¡Acción
Solidaria!” - Gálatas 6:1-10
Después que Jesús ascendió al cielo, la iglesia
primitiva se expandió por muchos lugares más allá de Jerusalén. Ejemplo de eso fueron las iglesias de la
Galicia a quién Pablo escribe esa carta donde busca enseñar ciertos principios
de cómo ser iglesia.
El texto en consideración contiene parte de esa
enseñanza e instruye que la buena marcha de la comunidad cristiana mucho
depende del auxilio mutuo entre los cristianos de la misma comunidad. El
apóstol Pablo lo resume cuando dice: “Sobrellevad
los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” (Gálatas
6:2)
El apóstol también nos indica claramente la manera que
debemos sobrellevar las cargar los unos de los otros, y lo hace convocando a
los hermanos que son espirituales a asumir una postura especifica.
a) ¡Con Mansedumbre! vs. 1
En el versículo uno
leemos: “Hermanos, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta, vosotros
que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
La palabra mansedumbre significa “de manera
apacible y tranquila”.
De esta manera es que debemos tratar a alguien sorprendido en una falta, con mansedumbre.
De esta manera es que debemos tratar a alguien sorprendido en una falta, con mansedumbre.
Ilustración: Cuando le trajeron a
Jesús la mujer sorprendida en adulterio,
Jesús recibió la información y a ella con mansedumbre. (Juan 8:1-11)
Mansedumbre en el trato inmediato
Debemos demostrar
mansedumbre en el trato inmediato al hermano. Por el pecado practicado, el
hermano en falta ya sufre lo suficiente por la quiebra de la comunión con el
Señor. Nuestra tarea, o sea nuestra
acción en relación a él debe ser corregirlo; pero con mansedumbre. Sin pisarle, aumentando aún más su sufrimiento, sino indicando con mansedumbre la reconciliación con el Señor.
Si demostramos
mansedumbre en el trato al hermano en falta, creamos la posibilidad de que él reaccione similarmente.
Mansedumbre
en el trato posterior
Debemos también
demostrar mansedumbre en el trato posterior hacia el hermano. Después de la
corrección al hermano debemos apoyarle, no permitiendo ataques innecesarios por parte de otros hermanos, sino continuando el trato con todos con mansedumbre.
También debemos
guardarnos para no caer en la misma falta practicada, el texto dice: “…considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado”. Pues nadie
está exento de caer, como nos recuerda Pablo escribiendo a los Corintios: “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga.” (1 Corintios 10:12)
En otra oportunidad,
escribiendo a Timoteo el apóstol le aconseja la manera como el siervo de Dios
debe portarse y reafirma esa verdad diciendo: “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá
Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.” (2 Timoteo 2:25)
b) ¡Con Sinceridad! vs. 7
En el versículo siete
leemos: “No os engañéis; Dios
no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
La palabra sinceridad significa ausencia de engaño,
el diccionario la define como “falta de fingimiento o mentira en lo que alguien
hace o dice”. Es de esta manera que
debemos tratar a alguien sorprendido en una falta, con sinceridad.
Ilustración: Cuando el joven rico
se aproximó a Jesús queriendo saber lo necesario para tener la vida eterna,
Jesús le respondió con sinceridad.
(Mateo 19:16-22)
Sinceridad con Dios
Debemos demostrar
sinceridad principalmente con Dios. El texto dice: “Dios no puede ser burlado.” Nuestra sinceridad debe ser
principalmente para con Dios, pues no podemos olvidar que somos sus siervos,
haciendo su obra, y Él todo lo sabe. Estamos cumpliendo con su mandamiento que
dice: “…sobrellevad los unos las cargas
de los otros…”
Sinceridad con nosotros mismos
Debemos también
demostrar sinceridad con nosotros mismos y los demás. El versículo ocho dice: “Porque el que siembra para su carne, de
la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna.” Tenemos que
ser sinceros con nosotros mismos, pues somos nosotros los que elegimos lo que
seremos. Dios nos muestra las opciones que tenemos, pero no nos fuerza a
ninguna. Nuestro futuro está en nuestras manos, así como el destino que vayamos
a elegir.
En la carta a los
Corintios, hablando acerca del triunfo de Cristo el apóstol les reafirma esa
verdad diciendo: “Pues no somos como
muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad,
como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.” (2 Corintios
2:17)
c) ¡Con Longanimidad! Vs. 9
En el versículo nueve
leemos: “No nos cansemos, pues, de
hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”
La palabra longanimidad
significa exactamente no cansar de hacer.
El diccionario la define como “constancia de ánimo en la
adversidad”. Es de esta manera que
debemos tratar alguien sorprendido en una falta, con longanimidad.
Ilustración: Cuando Pedro preguntó
a Jesús cuantas veces se debería perdonar al hermano en falta, Jesús le
respondió que debía perdonar con
longanimidad (Mateo 18:21-22)
Longanimidad para con todos
Debemos demostrar
longanimidad para con todos. La primera parte del versículo 10 dice: “Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos…” (Gálatas 6:10a). Jesús
fue bien claro en apuntar al prójimo como cualquier persona.
Longanimidad para con la familia de la fe
Debemos demostrar
longanimidad principalmente para con la familia de la fe. La segunda parte del
versículo 10 dice: “…hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:10b) Pablo es claro en afirmar que debemos
sobrellevar los unos las cargas de los
otros refiriéndose a todos, pero también nos alerta a hacerlo mayormente a
los de la familia de la fe.
En su segunda carta a
Timoteo el apóstol Pablo le insta a la longanimidad y reafirma esa verdad
diciendo: “que prediques la palabra; que
instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda
paciencia y doctrina.” (2 Timoteo 4:2)
Conclusión
Quizá parezca difícil
cumplir la ley de Cristo, sobrellevar los unos las cargas de los otros y así mismo hacerlo con mansedumbre, sinceridad y
longanimidad. Pero es así que la palabra de Dios enseña como el Señor nos trata y cómo debemos
tratar a los otros. Ciertamente que nos
gustaría ser siempre tratados de esa manera.
Mansedumbre,
sinceridad y longanimidad son parte de lo que el nuevo testamento describe
como el fruto del Espíritu. O
sea, parte del resultado de la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida.
Basta pedir al Padre
Celestial y él nos dará su Santo Espíritu: “Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13) Así podremos ser
verdaderamente espirituales y sobrellevar los unos las cargas de los otros cumpliendo con la ley de Cristo.
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