Emigración, ¿Sí o No?
En el mundo animal, todos los años centenas de especies migran de un lugar
a otro por todo el globo terráqueo en busca de mejores condiciones para su
sobrevivencia. El campeón del viaje es
una pequeña ave, el charrán o gaviotín ártico cuyo nombre científico es Sterna
Paradisaea, familia de los estérnidos.
Cada año, esa pequeña ave vuela más de 71,000 kilómetros zigzagueando rutas
de ida y vuelta entre Groenlandia y la Antártica. Se trata de la migración
regular más larga de todos los animales conocidos. ¡Cómo no admirar el fenómeno
migratorio entre los animales y apreciar el tremendo esfuerzo del pequeñito
charrán ártico por su sobrevivencia!
Fenómeno similar ocurre entre los seres humanos en la emigración. Gente de diferentes
partes del mundo deja su tierra en busca de mejores condiciones de trabajo y
subsistencia. Curiosamente no nos llenamos
de admiración por la emigración de los seres humanos, de la misma forma que lo
hacemos admirando o apreciando la migración de los animales.
Vivimos en una sociedad egoísta que encara al diferente como una seria amenaza
a su individualismo. Aceptamos al
extranjero siempre que sea para nuestro beneficio y no para su beneficio, lo
tratamos con inferioridad, incluso pagamos salarios más bajos. Aun así, la
palabra de Dios nos enseña a amar al prójimo como a nosotros mismos y de manera
específica brindar al extranjero aceptación, oportunidad y apoyo.
Mirar a todos como hermanos, como si fueran nuestra propia familia, nos
hace cambiar nuestra actitud de rechazo por acogimiento y nos permite
interactuar con todos sin miedos y preconceptos en un ambiente de sinceridad y
fraternidad.
En cierta oportunidad, Jesús dijo: Mirad
las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Miremos al charrán ártico para
comprender que los emigrantes también pertenecen a nuestra familia.
¿Para dónde emigraría usted si tuviese que hacerlo? ¿Cuántos verdaderos
amigos extranjeros usted tiene?
(Casa para todos los
pueblos, Isaías 56:7 – Todos uno en Jesucristo, Gálatas 3:28)
Me ha tocado en lo profundo su escrito, Comisionado! Claro, mi propio caso, como inmigrante establasido en otro pais y con otra ciudadania, aqui estoy de paso por Chile compartiendo 22 dias con 28 delegados y tantos diferentes maestros de mas de 20 paises diferentes. Compartiendo las tres comidas, el mismo salon de clases, las mismas actividades, con diferentes historias, rangos o posiciones, hombres y mujeres, de edades muy distintas... tan diferentes todos, y tan unidos hoy por el mismos proposito de el Instituto Latino Americano para Oficiales. Tal vez esto es como in ejemplo en pequeño, en comparación con la emigarción de las aves. Ellas vuelan cada año, y tienen la esperanza de volver a casa... y yo le preguntaria: Cual es su casa? La Groenlandia o la de la Antartida? Tal vez tienen dos casas... pero ellas van a volver cada año. Yo émigré a Chile, pero si deje a mi pais Venezuela hace 20 años. Cuando sali, solo tenia dos primos viviendo en los Estados Unidos. Hoy, mi familia esta regada por mas de siete paises en el mundo. Algunos fueron recibidos por conocidos, amigos y extraños. No se si volveremos a nuestros pais en la condición del gobierno actual. Gracias doy a Dios por que todos nuestros conocidos, amigos y extraños que abrieron sus puertas en el extranjero tienen TODOS un amigo comun al nuestro, Jesus.
ResponderBorrarIndependiente donde nacimos o el color de nuestra piel, en Adán somos todos parientes, y en Jesús somos todos hermanos. Que Dios nos ayude a mirarnos entre nosotros con respecto y sin prejuicios.
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